Y para un sábado como hoy, que mejor forma de entrar en calor que recordando una de las muestras de hombría u agonismo más antiguas de la humanidad, hablo del pugilato, la pelea a manos limpias y uno a uno, casi típica de las afueras de cantinas, bares y demás.
Durante años fue la forma de solucionar los problemas y las diferencias como varones por la defensa de algo o por el simple gusto de entrar en combate, donde se podía tener constancia de por lo menos la hombría de los dos que entraban en conflicto.
Ganará quien ganará ambos podían irse con la cabeza cuando menos alta, uno por vencer y el otro por haber enfrentado y aguantado hasta los límites de su resistencia.
Simple y sencillamente el perfecto equilibrio entre el orgullo, la violencia y el honor, sin montonerismo y armas que pongan la balanza a favor del mas cobarde.
Dios salve el estilo de la vieja escuela.
Durante años fue la forma de solucionar los problemas y las diferencias como varones por la defensa de algo o por el simple gusto de entrar en combate, donde se podía tener constancia de por lo menos la hombría de los dos que entraban en conflicto.
Ganará quien ganará ambos podían irse con la cabeza cuando menos alta, uno por vencer y el otro por haber enfrentado y aguantado hasta los límites de su resistencia.
Simple y sencillamente el perfecto equilibrio entre el orgullo, la violencia y el honor, sin montonerismo y armas que pongan la balanza a favor del mas cobarde.
Dios salve el estilo de la vieja escuela.
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